Chispas...

Esas pequeñas chispas de la vida cotidiana que me desacomodan…

Te resuena?

Amanezco en un modo “navegando por el océano” sintiendo que el cuerpo se despierta de a poco; mis sentidos bostezan mientras me preparo una taza de café. Y me siento mirando a través de la ventana hacia el jardín; depende del día, me quedo observando el roble que siempre me muestra algo diferente, otras mañanas vuelo con los benteveo que de rama en rama…

Y de repente, se rompe el silencio, llegando a mis oídos una frase que me desubica; me saca del océano y me lleva a una escena de cuando era niña y me preparaba para ir al colegio…

Me incomodo, me enojo en silencio…Con quién? Con esa voz del presente o con la del pasado? Conmigo?

Esa chispa que acaba de despertarme es conocida…la llevo marcada en la piel...Muchas veces me ha arruinado el día, porque dejo que me queme...

Esta vez, no la transformo en incendio. Me freno y la calmo. Me doy cuenta que no es personal. Nunca fue personal. Estoy aprendiendo a no transformar una chispa en un incendio…estoy aprendiendo a guardar mi lengua filosa como espada y a abrir mis ojos grandes y húmedos como copas, a darme el tiempo de observarme y de comprender el acertijo que se esconde en cada escena de la vida cotidiana que me desacomoda…

Las chispas nos despiertan a la reflexión, a no dar por sentado que ya nos conocemos, a revisar algun patron que se repite desde siempre...

Las chispas pueden dar paso al cambio...a la fogata que alimenta, calienta y reune...al cantar del alma compartida...